Horacio y Aída
Elsa y Horacio eran hermanos. Y primos hermanos de mamá.
Cuando mis padres y yo fuimos a Buenos Aires por una beca de papá, vivimos un año en lo de La Elsa, así se la nombraba.
Elsa y su familia vivían en la capital, en el barrio de Barracas.
Su hermano, Horacio, vivía en Castelar, a 30 kilómetros de Buenos Aires. Vivía con su esposa Aída y su hijo Luisito. Nosotros íbamos a visitarlos a Castelar, un lugar muy bonito. Árboles, casas con jardín, tranquilidad. Me gustaba mucho ir allí. Jugaba con Luisito en el jardín, comía rico. Aída era muy buena cocinera. Un día me caí sobre un cactus y me pinché toda. Recuerdo que mis padres me llevaron a una farmacia y me dieron un refuerzo de la antitetánica.
Aída y Horacio venían de visita a Montevideo, una o dos veces al año. Se quedaban en la casa de mis abus Coca y Tito.
Cuando vivimos en lo de Elsa, Horacio iba muchas veces a su casa y le cebaba mate a papá mientras estudiaba. En Argentina no existían los termos. El agua se ponía directo desde la pava (caldera) al mate.
Horacio trabajaba en la capital, por lo cual, cada día, tomaba un tren y un bus para llegar a su empleo. Entonces, pasaba casi todo el día afuera.
Elsa y Horacio eran huérfanos. La mamá murió en el parto cuando Elsa tenía 3 años. Supongo que el niño que nació era Horacio. Luis, el padre de Elsa y Horacio, se suicidó. Según me cuenta Estelita, hija de Elsa, se le reprochó a Luis haber dejado embarazada a su esposa, siendo que no podía tener más hijos.
Elsa y Horacio fueron acogidos por mi bisa Ángel, padre de mi abu Coca y tío de mi abu Tito. Me contó Estelita que, para el día de la madre, Elsa y Horacio le regalaban a Elisa, la esposa de Ángel. Y cuando Elisa murió, le regalaban a mi abu Coca.
Pasó el tiempo y los dos hermanos se casaron. Horacio con Aída, Elsa con Abelardo. Ya lo conté pero quiero decirlo otra vez. Porque daba la impresión que todo se iba acomodando.
Recuerdo una visita de Aída y Horacio a Montevideo. Estaba en la cocina de mis abus con ellos. Horacio le reprochaba a Aída que podrían haber salido a pasear y tomar algo por el centro. Aída no respondió.
Un día, Horacio se jubiló. Aída lo estaba anunciando: Horacio se jubila, Horacio se jubila. Esas palabras. Y así, ya no hubo necesidad de tomar el tren y el bus para ir a trabajar. Horacio todo el día en casa.
Recuerdo a mi abu Coca diciendo: por qué no nos contó, por qué no habló con nosotros. Recuerdo su cara, seria, consternada, mirando a mi abuelo y a mi madre.
Luisito había encontrado a su mamá muerta en la cama. Se había cortado las venas y había tomado pastillas. Creo que Horacio, que estaba al lado de ella, no se había dado cuenta.
Horacio dijo: cómo fue que me hizo esto.
Me contó Estelita que Elsa, ya vieja y algunos años antes de morir, no quería ver más a Horacio. Él la iba a visitar con una pasta frola y Elsa quedaba destruída. Qué le diría.
No sé qué tenía Horacio. Mamá me contó que perseguía a Aída por la casa todo el tiempo, porque, al jubilarse, tenía todo el tiempo.
Estelita no se vincula más con Luisito. Hace tiempo que es alcohólico.
Compartir en Whatsapp